lunes, 22 de septiembre de 2014

Pintura con sentimiento: Barco de esclavos en la tempestad

Mi opinión es que una obra de arte debe provocar un sentimiento en la persona que la mira. Pueden ser sentimientos agradables, impactantes, sorprendentes, imaginativos, que nos recuerden una historia... También pueden ser sentimientos de angustia, miedo, repulsa, asco... Si ves un cuadro y te quedas igual, para mi modo de entender no es artístico.

En 1783 un barco de esclavos tiró por la borda al mar a personas enfermas. Supongo que no sería un caso aislado, sino una práctica usual, pero este caso se hizo público. En 1840 Turner presentó una pintura que trataba este hecho. Me impactó mucho y decidí pintarla.

Este es el resultado. Lo terminé en 2011:


El mar se come al barco. Fieras marinas, olas, nubes, el mar que parece que arde, luz y oscuridad. Hay que fijarse bien para ver las cadenas, la sangre en el agua, los cadáveres.

No intenté hacer una copia del original. No sé si lo hubiera conseguido. Lo que me propuse en pintar la misma escena de mi manera. Me gusta utilizar todos los colores en una misma obra, con soltura, un poco a lo loco. La forma pierde importancia en relación al impacto de los colores.

Me gustó pintarlo y me gusta cuando la veo.


domingo, 7 de septiembre de 2014

Paisaje con camino, mujer y montañas

Exposición de obras de Turner en el Museo del Prado en Madrid, junio de 2010. Turner es uno de mis pintores favoritos, así que me las arreglé para organizar un viaje y allí estaba yo, más feliz que un niño con zapatos nuevos.

Muy buena exposición. Me llamó mucho la atención esta obra que decidí pintar. Se titula Chateau de St. Michael Bonneville, Savoy. En parte me decidí por éste porque otros que me gustaron mucho excedían de mis capacidades y no está uno para pasarlo mal pintando. Es un paisaje que pintó Turner cuando cruzaba Suiza de camino a Italia.

Así es como quedó:




Lo terminé en junio de 2011. Un año después de la exposición. No es que sea precisamente un pintor prolijo.

Me costó trabajo conseguir la muestra. Sólo tenía una foto muy chica del catálogo de la exposición. Busqué por internet, pero es una obra de las menos famosas y no conseguí una foto con la calidad suficiente. Llegué a localizar el museo en el que se expone de forma permanente, que resultó ser uno de Nueva York. Les mandé un e-mail en mi "perfecto" inglés pidiendo una foto. Mi esperanza era que amablemente hicieran una foto y me la enviaran por e-mail. Me contestaron que me vendían el poster. Al principio les dije que OK, pero después resultó había que añadir los costes de embalaje, envío y aduana, con lo que se duplicaba el precio. Reflexionando sobre este tema decidí que mi imaginación y dotes artísticas compensaran la baja calidad de las fotos que tenía, así que amablemente rechacé el intercambio comercial. Fue una experiencia interesante intercambiar mensajes con varias personas del museo.

Volviendo a la pintura, lo que me atrajo fue la variedad de colores (verdes, ocres, azules), la profundidad, la perspectiva con el camino intencionadamente desplazada del centro, la oscuridad del edificio de la derecha que hace que resalte la claridad a la izquierda. Cómo las sombras y la luz varía el color de las cosas. Y la mujer andando sola, que da vida a la composición. 

Cuando pinto, me imagino cómo la persona que vea la pintura por primera vez recorrerá su vista por el cuadro. Pienso que ésto es importante porque el efecto o sensación que perciba será mejor si en este recorrido va descubriendo cosas que le gusten. 

Creo que en esta pintura, lo primero es seguir con la vista el camino hasta el final. Después la vista se eleva hasta la montaña del fondo, pasando por los bosques de variados tonos verdes. El cielo, las nubes, la montaña de la derecha, inmensa, imponente, la vista cae al valle, al pueblo. Ahora uno se empieza a fijar en los detalles, el campanario de la Iglesia, el río, los campos de cultivo, el edificio algo misterioso de la derecha. Por el título sé que es un molino, pero podría ser un castillo. Y la mujer ¿a dónde irá?



viernes, 5 de septiembre de 2014

Pintura de ramo de flores

Cuando me planteo qué pintar suelo llevarme por un impulso y pinto lo que me apetece. Muchas veces para probar algo nuevo, otras porque he visto una pintura que me gusta y me apetece copiarla, ahora en formato pequeño, después en formato grande ... En la variedad está el gusto. 

Nunca había pintado por encargo o porque alguien me sugeriera algún tema. Pero se acercaba el cumpleaños de mi madre, gran admiradora de mis pinturas y me pareció buena idea regalarle una hecha exprofeso.

Allí estaba yo, en la floristería seleccionando flores chulas. En mi casa les hice varias fotos, ya que con lo que tardo en pintar seguro que sus colores y sus formas iban a ir variando antes de la terminación de la obra.

Lo terminé en octubre de 2010, a tiempo para el cumpleaños.


Como regalo no está mal, no? Es uno de los pocos que tiene mi firma y no está en mi casa. Como ya expliqué antes, no me gusta firmar las obras.

Lo más complicado que recuerdo es hacer ver los pétalos individualmente ya que como tienen el mismo color se mezclaban con el pétalo de al lado y todo quedaba como una misma masa. También tiene su complejidad dar el volumen para que se entienda cada flor en tres dimensiones y la posición relativa de una respecto la otra. La personalidad de la obra está marcado por las luces, las sombras y la variedad de colores que esto produce.

Es bonito y se puede estar un rato viéndolo porque tiene muchos detalles. 

Por cierto, no fue un regalo barato, que el marco y los materiales cuestan lo suyo.