Ohhh. Me acabo de dar cuenta de que
esta obra la terminé en junio de 2004 y que por lo tanto es anterior
a la que publiqué en mi último artículo. Es decir, ésta sería mi
cuarta obra y la anterior que decía que era la cuarta, en realidad
es la quinta. Aunque podría modificar los artículos,
prefiero dejarlo tal como está. Para la posteridad.
En mi largo, tortuoso y placentero camino de aprendiz de pintor, de vez en cuando compraba o me
regalaban libros sobre pintura. En uno de ellos
dedicado a Renoir vi uno que me gustó para intentarlo yo. Era relativamente
fácil porque no aparecen caras ni nada especialmente complicado. Me
apetecía pintar algo de anatomía humana (mejor dicho, femenina) que
fuera decente y se pudiera poner en mi casa.
Sin llegar a la complejidad de un cuerpo completo, en una simple espalda hay gran cantidad de cosas que hay que fijarse para pintarla: sus curvas, sus volúmenes, sombras, brillos, colores... Y además, está la perspectiva; que lo que está delante parezca que lo está y lo que está detrás, pues también. Que el brazo encaje con el hombro y que no parezca que está descoyuntado. Que los dos brazos se vean iguales de longitud, para lo cual se tiene que pintar uno algo más corto que el otro. Parecía simple, pero resultó ser muy complicado.
Como de lo que se trata es de aprender y pasarlo bien, pues a probar y probar que hay tiempo. Si quisiera vivir de la pintura, o tendría que vender cada una muy cara o pasaría mucha hambre.
La perspectiva en ese espacio tan pequeño también se consigue pintando en detalle el sofá que está en primer plano y con poco detalle los sofás y muebles del fondo. Si te fijas, se ven dos paredes de la habitación lo cual da más profundidad y mayor variedad en los tonos de verde.
excelente ....
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